Travestis, un colectivo perseguido por sus ideales y reprimido por su identidad de género
La mayoría de los crímenes que se documentan ocurren en la vía pública, especialmente en calles desiertas y en horas de la noche.

Foto: Pixabay.
Son víctimas de discriminación en la mayoría de los ámbitos sociales, y en el peor de los casos, objetos de muertes violentas
El travesticidio se define como la expresión más visible de violencia y discriminación que van ligados a un sistema social, cultural y político que tiene como principal concepto de correcto lo binario, es decir la aceptación de hombres y mujeres como género, excluyendo al esto, por lo que ser o sentirse diferente a estos géneros establecidos previamente puede atentar contra la integridad física y mental de estas personas.
En este sentido, las personas transexuales o travestis son sometidas a un entorno de repulsión o rechazo, en un intento por mantenerlas alejadas de la estructura social “políticamente correcta”, relegándolas a un estatus social bajo donde quedan expuestos a actos violentos, rechazos, discriminación y demás situaciones que atentan contra su vida, derivando en una muerte violenta y, en muchos casos, prematura.
Esta situación tiene una línea conductual típica, que comienza con la expulsión del hogar, exclusión del sistema educativo, de salud y de trabajo, llevando a muchos a tomar el camino de la prostitución e iniciarse como trabajadores sexuales, aumentando su riesgo de contagio con Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), criminalización, persecución y violencia policial, menguando o relegando de esta manera un posible futuro para este colectivo.
Las principales víctimas de travesticidios son personas de bajos recursos que desarrollan actividades de riesgo, siendo la principal, el trabajo sexual que deben ejecutar en un intento por mantenerse en un sistema que les reprime las oportunidades y posibilidades en otros aspectos y ámbitos laborales.
La mayoría de los crímenes que se documentan ocurren en la vía pública, especialmente en calles desiertas y en horas de la noche. Al encontrarse los cuerpos, suelen estar marcados por la brutalidad y ensañamiento. Quienes ejecutan estos crímenes generalmente no suelen tener vínculos con las víctimas y, por el contrario, con frecuencia son miembros de los cuerpos de seguridad o personas vinculadas con estas.
En algunos casos, la gravedad e importancia de estos crímenes tiende a ser minimizada y “justificada” por la identidad de género, así como las fuentes de ingreso de las víctimas, en un intento por atribuirle a ellas mismas la propia responsabilidad de sus muertes, incluso algunos asesinatos tienden a ser catalogados como “causa natural”
Esta situación pone en evidencia la falta de investigación por parte de las autoridades competentes que no profundizan sobre las verdaderas causas de muerte, en la mayoría de los casos las víctimas suelen ser registradas como “individuos masculinos NN”, representando una barrera a la hora de tener estadísticas concretas y veraces en cuanto al número de fallecidos de esta comunidad por crímenes de odio.
A esto se le suma los prejuicios negativos que empañan los procesos criminales que suelen estar ligados con personas travestis, pues se desacredita su palabra y son puestas en posiciones desfavorables tanto en el caso de testigos como víctimas que, en algunos casos, puede tender a favorecer a los agresores. Esta comunidad suele ser recibida como mayor frecuencia como agresores que, como agredidos.